LAS CASAS EN LA ÉPOCA DE JESÚS
La población vivía
principalmente en pueblos o aldeas.
Las casas modestas
eran de caña o ladrillos de adobe, amasados con los pies y cocidos al sol. Los
muros se revestían con cal. Las casas sencillas presentaban el aspecto de una
gran caja cuadrada compuesta únicamente de una planta baja dividida en dos, a
veces por una diferencia de nivel: la parte más alta servía como cocina,
comedor y dormitorio; la parte más baja como establo. Cuando los animales
estaban en el campo, la parte inferior se usaba como taller.
Estaban cubiertas por
un techo hecho de vigas entrecruzadas con ramajes, y todo ello recubierto de
barro apisonado. El conjunto debía ser consolidado cada año antes de la
estación de las lluvias. Estaba rodeado de un parapeto y provisto de una escalera
exterior. Se utilizaba para tomar aire, dormir en la época de calor, secar las
legumbres, hacer madurar las frutas y rezar.
No había chimenea. En
una cavidad situada en el centro de la habitación se colocaban brasas o bien se
utilizaba el brasero.
Las casas de los más
ricos eran de piedra y argamasa. Las habitaciones se distribuían alrededor de
un patio central. A veces disponían de un piso, la “habitación alta” que se
reservaba para los invitados de paso. Esas casas poseían cisternas y baños.
También calefacción central, con un sistema de cañerías de agua o aire
calientes procedentes de un fogón. En época de Jesús hubo gran influencia de la
arquitectura romana, sobre todo entre las clases pudientes.
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